La Creolidad/ Cabo Verde-Las Antillas
Mi amigo el escritor y ex ministro de Cultura de Cabo Verde Leâo Lopes comentaba que “los caboverdianos no somos africanos ni somos portugueses, somos otra cosa”. Y esa otra cosa es la creolidad. Nada más oír el término me gustó: hay palabras que te abren compuertas y te invitan a una nueva forma de pensar el mundo. La creolidad es la aniquilación de la falsa universalidad, del monolingüismo y la pureza. Según el autor de Martinica Patrick Chaimoseau “para evitar cualquier limitación de su definición, hay que afrontar la creolidad como una cuestión de vivir, de vivir obstinadamente bajo cada luz y cada sombra de nuestro espíritu. Cuestión de vivir significa ya enriquecerse de elementos que la respuesta no posee. Vivir la cuestión de la creolidad en libertad total y en constante vigilancia, significa penetrar en la extensidad desconocida de su respuesta”
Para el cubano Alejo Carpentier, la creolidad define una fuerza simbiótica, el mestizaje étnico y cultural como atributo y destino de nuestros pueblos. Para el cubano la creolidad refleja un espíritu barroco, un espíritu que opera como una posibilidad para el cambio y la transformación de nuestras realidades sobre la base de que las diferencias culturales, al converger, se han vuelto una fuente de creatividad inmensa.
En el Traité du tout Monde, el escritor de Martinica Edouard Glissant explica: “Yo llamo creolización al encuentro, la interferencia, el choque, las armonías y las desarmonías entre las culturas, en la totalidad realizada del mundo-tierra”. Según Glissant la conciencia identitaria de cualquier comunidad debe estar inserta en un imaginario de existencias, es decir, en un sistema reflexivo signado por el asombro y la maravilla del otro, que también nos constituye. Desde esta perspectiva destaca que toda identidad es múltiple y que ninguna cultura puede desembocar en una definición del ser porque siempre estará inmersa en un movimiento perpetuo de interpenetrabilidad cultural y lingüística; en definitiva: sólo hay existencias.
En estos autores insulares se descubre una resistencia a los pensamientos de sistema, cerrados, atávicos, contra la identidad de raíz única. A cambio proponen pensamientos de traslación, pensamientos de incertidumbre y de ambigüedad, escudos contra la intolerancia y sectarismos. La creolidad, la conciencia de la conciencia que navega por las islas.
La Infinitud/ Madeira
Para el argumento de mi libro El tren del infinito/ O Comboio do Infinito tomé como punto de partida un artículo que encontré en uno de los libros editados por el Coloquio Internacional de Funchal, escrito por el poeta y arquitecto de Madeira José Barrias. En uno de aquellos párrafos leí: “La primera vez que oí pronunciar la palabra infinito, o por lo menos que yo oí la palabra infinito referida a una imagen, fue en la infancia. Tenía once o doce años. El infinito, me dijo alguien, puede ser observado si tienes la suerte de asistir entrando de noche y en barco en la bahía de Funchal. Quien me habló por primera vez del infinito vivió unos años en África y siempre que regresaba a Lisboa, viajando por mar, porque en ese tiempo era así, hacía escala en Funchal. “Cuando el cielo es más libre y repleto de estrellas, las luces de la ciudad trepan por los montes y se unen a las estrellas formando una inmensa bóveda, un unicum, una imagen probable del infinito- me dijo. “Un día tienes que ir a Madeira a ver el Infinito, José”.
Varios escritores de distintos países fuimos invitados a elaborar un cuento sobre el pequeño Comboio que subía de Funchal al Monte, un tren cuya peculiaridad era que tenía un solo vagón y su locomotora. La locomotora empujaba el vagón hacia arriba. Yo decidí que mi tren haría el trabajo de “subir las luces de la bahía”, colaborando en la formación de la imagen probable del infinito.
Desde el pensamiento griego (patente también en el arte y en la ética) hemos creído que lo perfecto es lo que tiene una medida adecuada; mientras que lo ilimitado e informe es de menos valor. Lo real, que a su vez es lo verdadero, lo bello y bueno, es lo limitado y cerrado. Esta mentalidad muestra una gran confianza en la fuerza de la razón que define y delimita. Y esta idea ha durado más de la cuenta. Pero la imagen probable del infinito renace en Madeira para ampliar el punto de mira, ensanchando el escenario y la perspectiva, uniendo lo real con lo imaginario, como un unicum deseable y necesario. Un aliento para la creación y la elaboración de nuevas ideas con propulsión. Ante un mundo parado y delimitado, el Infinito.
Hay un pequeño tren que subía desde la bahía de Funchal al Monte. Las autoridades de la isla pretenden rehabilitarlo. Las vías han permanecido intactas. Será un Renacimiento esperado, una metáfora para el porvenir.
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Legenda e Crédito Imagens:
1.Cabo Verde:Galeria de Imagens da Embaixada de Cabo Verde no Brasil;
2.Madeira:http://www.tripadvisor.com.br/