El Estado Novo de Salazar y de Caetano utilizó, como forma de mostrar la grandeza de su país, un mapa en el que el Imperio Colonial Portugués (Angola, Mozambique, S. Tomé y Príncipe, Cabo Verde, Guinea Bissau, Macao y Timor) se superponía al territorio europeo occidental (cuyas dimensiones coincidían). En la parte inferior del mapa se podía leer la inscripción “Portugal no es un país pequeño”: el territorio portugués abarcaba 2.168.071 quilómetros cuadrados, frente a los 2.096.639 que suman España, Francia, Inglaterra, Italia y Alemania. Efectivamente, en la primera mitad del siglo XX, Portugal no era, desde ese punto de vista, un país pequeño. El imperio comenzó a forjarse a principios del siglo XV, cuando los portugueses iniciaron la expansión que les llevaría a poseer territorios en África, América Latina, Asia y Oceanía. Esta novela de João de Melo, Autopsia de un mar de ruinas, habla de la caída anunciada de este imperio y proporciona la descripción minuciosa de la preparación de un fin que llegó después de un cruel conflicto armado que duró trece años (desde 1961 hasta 1974) y en el que el propio escritor participó en los servicios sanitarios militares durante 27 meses. La existencia de la guerra colonial portuguesa, fue negada durante mucho tiempo por el Estado Novo que defendía la presencia de una generación tras otra de jóvenes portugueses en el ejército en África como forma de reprimir lo que desde el poder se definía como ataques terroristas aislados de los africanos (de ahí la referencia en la novela a esa suerte de veto que existía sobre la palabra guerra). Los africanos, por su parte, hablaban de luchas de liberación nacional. Estas dos maneras de nombrar una misma realidad son especialmente significativas, por cuanto muestran la lucha entre dos tiempos históricos. Por un lado, el gobierno portugués busca el mantenimiento de sus colonias y del orden establecido, por otro, los africanos combaten por su independencia, por el inicio de una nueva era: la de las naciones emergentes. Hay que recordar que, en esa época, todos los demás sistemas coloniales europeos ya estaban desmantelados desde hacía tiempo y que, a pesar de que, para acallar a la opinión pública internacional, el Estado Novo decidió llamar a sus colonias “provincias ultramarinas”, las Naciones Unidas exigían a Portugal un cambio de rumbo en su política con respecto a estos territorios.
Autopsia de un mar de ruinas es una de las principales obras de la llamada “literatura de la guerra colonial”. Se publicó en Portugal en 1984 y se desdobla literalmente para mostrar ambos lados del conflicto. De este modo, proporciona en los capítulos impares la voz de los soldados portugueses, jóvenes movilizados en África que ni siquiera entendían qué hacían allí y que, muchas veces, se identificaban más con los problemas de los africanos que con los preceptos de su propio gobierno. En los capítulos pares, y como una manera de colocarse en la piel del otro, la perspectiva que ofrece la novela es la de los angoleños. Y se transforma en el otro también el discurso, ya que estos capítulos pares están escritos en un portugués africanizado: el autor adopta, así, una estrategia literaria ampliamente utilizada por los escritores africanos de lengua portuguesa. Una de las principales características de este discurso es la agramaticalidad, que se ha mantenido en cierta medida en la traducción y que se presenta, por ejemplo, en el uso anormativo de las preposiciones o en las ocasionales faltas de concordancia. Destaca también la inclusión de palabras de diferentes lenguas angoleñas, que a pesar de no aparecer marcadas ni definidas en la versión original, en esta traducción se encuentran resaltadas en cursiva e incluidas en un glosario al final de la novela al que puede acudir el lector en el caso de que así lo desee. Una breve referencia también a aquellos pasajes de la obra en los que el discurso se arcaiza: recupera en varias ocasiones un episodio de la crónica medieval portuguesa Crónica de D. João I, de Fernão Lopes, y construye una intertextualidad con un momento también crítico para la identidad portuguesa: la crisis de 1383-85 que dará lugar al Estado Moderno y propiciará la política expansiva de la nación portuguesa. Así, enlaza la novela con los momentos previos de la construcción del Imperio, abriendo y cerrando el círculo de la historia colonial del país.
Autopsia de un mar de ruinas es una novela de guerra pero es también una novela de formación. De la formación de los jóvenes de ambos lados que, contra su voluntad unos y por sus ansias de liberación otros, se vieron envueltos en ella; de la construcción de las nuevas identidades, la angoleña y por extensión la de las nuevas naciones africanas emergentes. Tal vez sea, sobre todo, una novela centrada en la nueva identidad portuguesa, de un Portugal que, por primera vez en cinco siglos, deja de ser imperio, algo que implica, inevitablemente, un reajuste en el imaginario nacional. Para concluir, agradezco enormemente a João de Melo el acompañamiento que hizo al proceso de traducción de esta obra y sus aportaciones y sugerencias, que, curiosamente, en alguna ocasión, llegaron incluso a modificar su texto original en portugués.
Rebeca Hernández
Universidad de Salamanca